Los mayores, blanco fácil de las estafas digitales: cinco claves para prevenirlas
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En España, más de 9,8 millones de personas superan los 65 años y se enfrentan a un doble riesgo: quedar fuera de la digitalización y ser el objetivo prioritario de los ciberdelincuentes.
“El problema no es solo que la tecnología ignore a los mayores, es que esa falta de adaptación los convierte en el objetivo perfecto para los estafadores”, advierte Isabel García Baños, CEO y cofundadora de Bleta.
Motril.- Hoy, 1 de octubre de 2025, Día Internacional de las Personas Mayores, las cifras ponen sobre la mesa una alerta preocupante. Según el Ministerio del Interior, las denuncias por estafas informáticas crecieron un 25% en el último trimestre
de 2024, con especial incidencia en los meses de mayor consumo digital, como el Black Friday o la campaña navideña. Un escenario que refleja cómo la digitalización, lejos de ser una garantía de progreso, puede convertirse en una amenaza para quienes menos se tiene en cuenta a la hora de diseñar la tecnología: las personas mayores.
El problema es doble. No se trata solo de que los mayores queden fuera de la digitalización, con aplicaciones, webs y servicios que no hablan su lenguaje. El verdadero riesgo es que, al no adaptar los sistemas a ellos, se les coloca en la diana de los estafadores. “Cuando la tecnología avanza sin tener en cuenta a los mayores, no solo los excluye: crea una amenaza nueva para ellos. La confusión se convierte en el arma perfecta para los estafadores”, explica Isabel García Baños, CEO y cofundadora de Bleta.
Una de las primeras medidas de protección es el uso de contraseñas seguras y sistemas de doble verificación. No se trata de un formalismo técnico, sino de una barrera frente al fraude. “El doble factor ya no es opcional: es una herramienta sencilla que puede evitar un gran disgusto”, señala García Baños.
La segunda clave es aprender a identificar mensajes sospechosos. El fraude más habitual es el phishing: correos, SMS o enlaces que parecen venir de un banco o de una empresa conocida, pero son falsos. La mejor defensa es desconfiar de cualquier comunicación rara y exigir que los avisos de las entidades sean siempre claros y fáciles de reconocer.
En tercer lugar, es clave formar a los mayores en lo básico del mundo digital. Un contrato lleno de palabras técnicas o un aviso complicado no solo les excluye, también les deja más expuestos al fraude. “Lo que no se entiende, no protege. Es mucho más útil invertir en explicaciones claras y formación adaptada que en castigos una vez que el engaño ya ha ocurrido”, recuerda la cofundadora de Bleta.
Otra medida fundamental es la actualización de sistemas y programas. Mantener el software al día reduce riesgos de brechas de seguridad que los estafadores aprovechan. Es necesario un mantenimiento constante y sencillo, pensado para que cualquier persona pueda aplicarlo sin complicaciones.
Por último, la comunicación clara y fácil de entender es la mejor protección. Los avisos deben probarse con personas reales, sin palabras técnicas y con pantallas simples que cualquiera pueda usar. “Un aviso confuso puede ser justo el momento en que un fraude logra su objetivo. La claridad no es un detalle, es una obligación social”, afirma García Baños.
En este escenario, tanto los bancos como la administración pública tienen un papel decisivo. Sus notificaciones y comunicaciones oficiales, si son demasiado complejas, pueden convertirse en un riesgo más que en una ayuda. Adaptar el lenguaje, simplificar
los avisos y asegurarse de que sean comprensibles para una persona mayor es una tarea ineludible para garantizar una comunicación sencilla y segura.
El mayor riesgo no está en la tecnología en sí, sino en cómo se diseña y se comunica. Muchas estafas no triunfan porque los sistemas fallen, sino porque no están pensados para todos. En este Día Internacional de las Personas Mayores, la conclusión es clara: “La digitalización inclusiva no es una opción, es una responsabilidad colectiva. Si no pensamos en los mayores, no solo los dejamos fuera: los ponemos en peligro”, concluye Isabel García Baños.