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Un estudio internacional alerta: los polinizadores necesitan entre un 16% y un 37% de hábitat natural en áreas agrícolas, muy por encima del 10% fijado por la UE

Foto Blanca Arroyo

Sevilla.- Un estudio internacional advierte de que los objetivos marcados por la Unión Europea (UE) para evitar la desaparición de los polinizadores no bastan para detener la pérdida de estos insectos, esenciales tanto para mantener la biodiversidad como para garantizar la producción agrícola.

El trabajo, publicado en la revista Science, ha contado con la participación de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC). Sus conclusiones apuntan a la necesidad de aumentar la superficie destinada a hábitats naturales dentro de las zonas agrícolas y asegurar su calidad y permanencia a largo plazo.

La Estrategia de Biodiversidad de la UE establece que al menos el 10% de la superficie agraria debe estar ocupada antes de 2030 por elementos paisajísticos diversos —como setos, franjas de protección, estanques o árboles no productivos—. Sin embargo, el equipo investigador considera que este porcentaje es insuficiente.

Tras analizar 59 estudios en 19 países, el trabajo muestra que las abejas solitarias requieren un mínimo del 16% de hábitat natural en áreas agrícolas, los abejorros un 18% y las mariposas hasta un 37%, para garantizar poblaciones estables.

“Cuanto más hábitat natural hay en zonas agrícolas, mayor es la presencia de polinizadores”, resume Ignasi Bartomeus, investigador de la EBD-CSIC. Aunque la calidad del hábitat es relevante —pues aquellos con mayor abundancia de plantas con flores albergan más insectos—, el estudio concluye que no puede compensar la falta de espacio disponible.

En este sentido, la investigadora Gabriella Bishop, de la Universidad de Wageningen y primera autora del trabajo, subraya: “Es más efectivo aumentar la superficie de hábitat natural que centrarse únicamente en mejorar pequeños espacios, incluso cuando son ricos en flores”.

Calidad, permanencia y apoyo al sector agrícola

El estudio advierte además de que ampliar los hábitats naturales no será suficiente sin garantizar su calidad y permanencia en el tiempo. Muchas de las medidas actuales, como la creación de franjas de flores silvestres junto a los cultivos, solo tienen un efecto temporal y no aseguran la conservación a largo plazo.

“En cultivos como los frutales, la conservación de biodiversidad puede ser compatible con una alta producción agrícola, pero en otros más intensivos, como el girasol, es necesario ofrecer compensaciones económicas a los agricultores”, señala Bartomeus.

En la misma línea, José Luis González Andújar, investigador del IAS-CSIC y coautor del estudio, insiste en que el sector necesita mecanismos de apoyo estables: “Para lograr una transformación real hay que reconocer económicamente a los agricultores que destinen parte de sus tierras a conservar espacios naturales. Este esfuerzo debe mantenerse durante al menos dos décadas; de lo contrario, la falta de estabilidad generará inseguridad y los polinizadores apenas obtendrán beneficios”.

El proyecto europeo SHOWCASE, financiado por el programa Horizonte 2020, en el que se enmarca esta investigación, busca precisamente crear sinergias entre el sector agrícola y la conservación de la biodiversidad.

“Transitar hacia una agricultura más sostenible implica decidir qué paisajes queremos tener, integrando las dimensiones ecológica, económica y social”, concluye Bartomeus.