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Más llegadas de pateras a la península, a pesar del descenso general en la inmigración irregular

Fotos Miguel Paquet

Motril@Digital.- A simple vista, los datos podrían parecer alentadores: entre enero y julio de este año, han llegado a España 20.258 personas de forma irregular, un 30% menos que en el mismo periodo de 2024. Pero basta con mirar un poco más de cerca para ver que la presión migratoria no ha desaparecido, solo se ha desplazado. Y ahora, cada vez más, el foco está volviendo a ponerlo el mar que separa el norte de África de la Península Ibérica.

En estos primeros siete meses de 2025, 7.064 personas han llegado en patera a la Península y Baleares, lo que supone un incremento del 14,8% con respecto al año anterior. En total, han sido 457 embarcaciones, muchas de ellas precarias, en las que hombres, mujeres e incluso niños se han jugado la vida en busca de una oportunidad al otro lado del Mediterráneo.

Mientras tanto, el archipiélago canario —tradicionalmente la puerta de entrada más frecuente en los últimos años— ha registrado un fuerte descenso de llegadas. Hasta el 31 de julio, han alcanzado sus costas 11.575 migrantes, menos de la mitad que en 2024. La explicación no es sencilla, pero sí clara: los flujos migratorios son como el agua, buscan resquicios, rutas menos vigiladas o con menos obstáculos. Y cuando una se cierra, otra se abre.

Así, aunque el número total de personas que han llegado por mar a España ha bajado —18.657 en lo que va de año, frente a las más de 27.000 del mismo periodo del año pasado—, la ruta hacia la Península vuelve a ganar protagonismo. Lugares como el Estrecho, el mar de Alborán o las costas de Murcia y Granada han vuelto a ser puntos calientes.

El cambio también se nota en los testimonios de quienes trabajan sobre el terreno. Voluntarios, rescatadores y ONG hablan de más embarcaciones que parten desde Argelia o desde zonas del norte de Marruecos con destino a Andalucía. “Puede que haya menos pateras, pero vienen más cargadas, más al límite”, explican desde una organización humanitaria con base en Almería.

En paralelo, las entradas por tierra a Ceuta y Melilla también han crecido. Hasta julio, 1.601 personas han cruzado de forma irregular las fronteras de las dos ciudades autónomas. En Melilla, las cifras se han disparado: 149 personas han conseguido entrar, frente a solo 37 del año pasado. Aunque los números sean más modestos que los del mar, la presión también se siente en los pasos fronterizos.

Los expertos coinciden en que este descenso global no debe interpretarse como una solución al fenómeno migratorio. Más bien, es una señal de que las rutas están cambiando. Se modifican los trayectos, los puntos de llegada, los horarios de salida… pero la necesidad y el impulso que empuja a estas personas siguen intactos.

Y cada llegada en patera a una playa andaluza o balear nos recuerda que detrás de cada cifra hay una historia, un rostro, un motivo para dejarlo todo atrás. Porque al final, más allá de los porcentajes y balances oficiales, hablamos de personas que cruzan el mar no por capricho, sino porque no ven otra salida.