1 / 6

La Cueva de los Murciélagos de Albuñol. Un viaje extraordinario al pasado prehistórico

Fotos Ayuntamiento de Albuñol

Motril@Digital.- La Cueva de los Murciélagos, situada en el término municipal de Albuñol (Granada), es uno de los yacimientos prehistóricos más importantes del sur de Europa. Su valor no radica solo en la belleza natural del enclave, sino en la excepcional conservación de restos orgánicos y artefactos que permiten conocer cómo vivían, morían y se relacionaban nuestros antepasados hace más de 9.000 años.

Ubicada a unos 450 metros de altitud sobre el barranco de Las Angosturas, la cueva se compone de distintas cámaras, con un vestíbulo amplio y soleado, zonas interiores con pinturas rupestres, y una cámara más profunda utilizada como espacio funerario. Esta estructura facilitó la conservación de materiales frágiles como madera, fibras vegetales, cuero o tendones, algo extraordinario en contextos arqueológicos peninsulares.

Un legado milenario: tecnología y vida cotidiana

Gracias a las excavaciones, se han recuperado más de 70 objetos elaborados con materiales perecederos. Entre ellos destacan cestas de esparto trenzado —las más antiguas del sur de Europa—, sandalias, utensilios de madera, y cuerdas. Estas piezas demuestran un dominio técnico notable, con diseños funcionales y complejos que reflejan conocimientos avanzados de los recursos naturales disponibles.

Uno de los hallazgos más impactantes ha sido el de arcos y flechas perfectamente conservados. Estas armas prehistóricas, datadas entre el 7.200 y el 6.900 a.C., incluyen puntas de sílex adheridas con resinas naturales, y plumas aún intactas en sus extremos, lo que las convierte en las más antiguas de Europa en este estado de conservación.

Espiritualidad, muerte y simbolismo

La cueva también desempeñó un importante papel ritual y funerario. En el fondo de la cavidad se han hallado enterramientos colectivos con cuerpos colocados cuidadosamente, acompañados de ajuares simbólicos. Estos incluyen collares, herramientas y cerámica decorada, que evidencian una cosmovisión en la que la muerte tenía un profundo significado espiritual.

Además, en sus paredes más profundas se conservan pinturas rupestres de estilo esquemático, propias del llamado «Arte Sureño». Estas representaciones —humanos con los brazos en alto, cabras, figuras circulares— podrían estar vinculadas a rituales de fertilidad, caza o culto a los antepasados. Hechas con pigmentos rojizos a base de óxidos de hierro y grasas animales, revelan una dimensión simbólica que complementa la vida práctica que se desarrollaba en la cueva.

Un patrimonio vivo

Recientemente, un grupo de vecinos del municipio, guiados por el arqueólogo Francisco Martínez, tuvo la oportunidad de adentrarse en la cueva y conocer de cerca los trabajos arqueológicos que se están desarrollando en su interior. La visita, cargada de emoción y curiosidad, permitió a los participantes descubrir no solo los avances del proyecto, sino también la riqueza histórica y cultural que encierra este enclave único.

Francisco Martínez, responsable del equipo de investigación, acompañó al grupo en un recorrido apasionante por el pasado, explicando los hallazgos más relevantes y revelando detalles sobre la vida de los antiguos habitantes de la zona. Esta experiencia forma parte de una apuesta clara por acercar el patrimonio a la ciudadanía y fomentar la implicación comunitaria en su conservación.

La Cueva de los Murciélagos no es solo un vestigio del pasado; es también una herramienta educativa, un espacio de memoria colectiva y un recurso cultural que proyecta a Albuñol como un referente en el ámbito del patrimonio arqueológico y la divulgación científica.