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Cacerolada «por una sanidad digna» en varios pueblos de la Costa

Fotos Gabriel Jerónimo Romera

El eco metálico de cientos de cacerolas resonó este viernes en diversas localidades de la Costa de Granada, donde los vecinos volvieron a movilizarse para denunciar la situación que atraviesa la sanidad pública en la Costa Tropical. Bajo el lema “La sanidad no se vende, la sanidad se defiende”, la protesta puso de nuevo el foco sobre «la falta de personal en el Hospital Santa Ana y en los centros de salud de la zona».

La precariedad se agrava con la llegada del verano, cuando la población en la costa granadina se multiplica debido al turismo. En ese contexto, los profesionales alertan de una sobrecarga insostenible: un solo médico puede llegar a atender a más de un centenar de pacientes en una jornada, con el consiguiente riesgo para la calidad del servicio y la seguridad de los usuarios.

Lo sucedido este viernes no es un hecho aislado. La protesta forma parte de una campaña ciudadana creciente que desde junio organiza manifestaciones, recogidas de firmas y concentraciones tanto en Motril como en otras localidades de la comarca. A la cacerolada de esta semana le precedieron dos movilizaciones, una de ellas el pasado 4 de julio, que congregó a cientos de personas en una marcha por el centro de la ciudad coreando consignas como “Menos banderas y más enfermeras” o “Sin salud no hay futuro”.

Ante el creciente descontento social, la dirección del Hospital Santa Ana ha activado un plan de reorganización interna que busca mantener operativo el servicio de Urgencias a través de la redistribución de profesionales de otras especialidades. La medida, sin embargo, es percibida por muchos como un “parche temporal” que no aborda el déficit real de recursos humanos, ni garantiza una cobertura estable y suficiente.

Desde la Junta de Andalucía se asegura que el centro sanitario seguirá funcionando con normalidad y seguridad, aunque no se ha concretado una solución a largo plazo para cubrir las plazas médicas vacantes, una reivindicación central del personal sanitario y de los movimientos vecinales.

La situación en Motril es reflejo de una problemática más amplia que afecta a diversas zonas del país: el envejecimiento de las plantillas, la falta de incentivos para cubrir plazas en hospitales comarcales, y la progresiva saturación del sistema público. Todo ello se traduce en largas listas de espera, sobrecarga del personal existente y una atención cada vez más desigual, especialmente en áreas alejadas de los grandes núcleos urbanos.

Mientras tanto, la ciudadanía sigue movilizándose. En Motril, los vecinos anuncian nuevas protestas si no se adoptan soluciones reales. Como expresó una portavoz de la plataforma convocante durante la cacerolada: “No pedimos privilegios, exigimos una sanidad digna para todos. Nos jugamos la vida, literalmente”.