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Granada vivió con emoción el regreso de su patrona en una tarde de fe, tradición y compromiso ciudadano

Granada.– La ciudad de Granada se sumergió el pasado 28 de septiembre en una de las jornadas más intensas y emotivas de su calendario devocional. La Virgen de las Angustias, patrona de la capital, realizó el último tramo de su recorrido procesional, antes de recogerse en su Basílica. La emoción se palpó en cada rincón del centro histórico, donde miles de personas se congregaron para acompañarla en este momento cumbre de la devoción granadina.

Desde las 17:30 horas, cuando las campanas de la Basílica anunciaron su salida, la ciudad se transformó en un escenario de fe compartida. La imagen de la Virgen cruzó entonces la puerta del templo entre aplausos, oraciones y vítores, mientras los presentes alzaban sus ojos y corazones hacia ella. Acompañada por el sonido solemne de las bandas de música, el paso avanzó con serenidad por las calles, envuelto en una atmósfera de respeto, emoción y profundo simbolismo.

La comitiva que la escoltó contó con una amplia representación institucional: autoridades civiles, religiosas y militares, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hermandades de Semana Santa, asociaciones y colectivos sociales, todos unidos en un cortejo que representó el alma plural de la ciudad.

Uno de los puntos neurálgicos del recorrido fue, como cada año, la Carrera de la Virgen, con especial protagonismo para la Plaza Mariana Pineda. Allí, el Ayuntamiento de Granada habilitó por primera vez un espacio accesible para personas con movilidad reducida, una iniciativa que fue muy bien acogida por los asistentes y que reforzó el carácter inclusivo de la celebración.

Para garantizar que todo se desarrollara con normalidad, el Ayuntamiento desplegó un dispositivo especial compuesto por 165 personas, entre ellas 105 agentes de Policía Local y 63 operarios de la empresa Inagra. Su labor fue clave para asegurar la limpieza y la seguridad durante uno de los eventos religiosos más multitudinarios del año.

A medida que avanzaba la tarde, el paso de la Virgen continuó su recorrido con la elegancia y solemnidad que caracteriza esta procesión. La luz dorada del atardecer granadino se mezcló con el resplandor de las velas, creando una escena única en la que lo sagrado y lo humano se fundieron. Los fieles la acompañaron portando velas cuidadosamente distribuidas por la organización para evitar accidentes con la cera, mientras el recogimiento se mantuvo en cada esquina.

Granada latió al ritmo de su patrona en una jornada que puso de manifiesto la profunda devoción de sus habitantes y el compromiso colectivo por preservar y engrandecer esta tradición. Aunque la procesión no había concluido en ese momento, ya se percibía el eco de una ciudad que, una vez más, se volcó por completo en torno a su Virgen.