Granada abre su Bienal con un espectáculo colosal que une flamenco y sinfonismo
Reportaje Ramón Martín (Motril@Digital)
La Orquesta Ciudad de Granada, el cante de Antonio “El Turry” y la voz lírica de Moisés Marín marcaron un inicio memorable con ovaciones unánimes y apoyo a la candidatura Granada 2031
Granada, 5 de septiembre de 2025. La Plaza de Toros de Granada vivió esta noche un acontecimiento llamado a marcar un antes y un después en la vida cultural de la ciudad: la inauguración de la I Bienal de Flamenco. Con un lleno absoluto en los tendidos y un ambiente de expectación que se palpaba desde la apertura de puertas, la capital nazarí se volcó con el nacimiento de un festival que quiere proyectarse como referencia internacional. La presencia institucional fue también reflejo de esa ambición: la consejera de Fomento, Articulación del Territorio y Vivienda de la Junta de Andalucía, Rocío Díaz, y el secretario general de Innovación Cultural y Museos, José Ángel Vélez, encabezaron un acto en el que se subrayó la apuesta del Gobierno andaluz por el flamenco como patrimonio, identidad y motor de futuro.
La 19ª Fiesta de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG), bajo la dirección de Lucas Macías, fue la encargada de abrir el programa. La formación, que se encuentra en un momento artístico sólido, diseñó un recorrido musical que conectó con la tradición lírica española para desembocar en el diálogo más audaz entre lo sinfónico y el flamenco. En palabras de su director, “esta Bienal es un espacio de encuentro en el que la música clásica y la popular se reconocen como partes de una misma raíz”, un mensaje que caló en un auditorio atento y entusiasta.
La primera parte del concierto reunió páginas imprescindibles de Bizet, Vives, Soutullo y Vert, Chapí y Bretón. Desde la Carmen Suite hasta los preludios de La Revoltosa y La verbena de la Paloma, pasando por el fandango de Doña Francisquita, la orquesta desplegó un sonido vibrante, con claridad de planos y un dinamismo que hizo que estas partituras —habituales en el repertorio— adquirieran un aire renovado en el marco de la Plaza de Toros.
El verdadero pulso de la noche, sin embargo, llegó con Alegro-Soleá, de Antonio Robledo y Enrique Morente. Fue entonces cuando irrumpió en el escenario Antonio “El Turry”, acompañado por Juan Carlos Garvayo al piano, Carlos Merino en la percusión flamenca y José “El Indio” y Benjamín Santiago “El Moreno” a las palmas. El cantaor malagueño desplegó un caudal expresivo que conectó de inmediato con el público. A su lado, el tenor granadino Moisés Marín aportó un registro lírico que elevó la emoción del momento, sumando una voz de proyección internacional a una velada que buscaba precisamente esa fusión de lenguajes. El contraste entre ambos artistas, sostenido por el entramado orquestal, se convirtió en uno de los momentos más aclamados, con ovaciones prolongadas que obligaron a detener la música entre secciones.
El cierre con la suite nº 1 de El sombrero de tres picos de Manuel de Falla fue mucho más que un guiño a Granada: fue la reafirmación de un legado que une a la ciudad con la historia universal de la música. Lucas Macías condujo a la OCG con energía y precisión, sacando a relucir la riqueza rítmica y tímbrica de una partitura que, a más de un siglo de su estreno, sigue tendiendo puentes entre el flamenco, la danza y lo sinfónico.
El público, puesto en pie en varias ocasiones a lo largo de la velada, celebró con entusiasmo un concierto que desbordó las expectativas. Los aplausos, las ovaciones y la emoción compartida en los tendidos dieron cuenta de un inicio apoteósico que situó a la Bienal en el punto de mira cultural desde su primer día.
La Orquesta Ciudad de Granada aprovechó además el marco de esta inauguración para expresar públicamente su apoyo a la candidatura de Granada como Capital Europea de la Cultura en 2031. Con ello, la formación quiso subrayar que este tipo de proyectos no son solo hitos aislados, sino parte de una estrategia cultural que busca proyectar la ciudad al exterior. “Granada 2031” resonó así entre los compases de Falla y las voces flamencas, como declaración de intenciones de una ciudad que aspira a liderar la cultura europea desde sus raíces.
La Bienal de Flamenco arranca, por tanto, con un mensaje múltiple: el respaldo institucional, la excelencia artística de la OCG y sus invitados, y la complicidad de un público que llenó hasta la última localidad y se volcó en aplausos. Una noche inolvidable que no solo inaugura un festival, sino que abre una nueva etapa para Granada, donde el flamenco, patrimonio inmaterial de la humanidad, se convierte en bandera y punto de encuentro entre tradición y futuro.