Salobreña: Dios Salve a la Reina conquista al público y confirma por qué es uno de los mejores tributos a Queen del mundo
Reportaje Manolo Barreras
Digital@Digital.- Con un foro abarrotado y una ovación que parecía no terminar, Dios Salve a la Reina (God Save the Queen) cerró anoche el programa de conciertos desarrollado en el recinto deportivo Julio Martín, que durante los últimos días había reunido a algunas de las formaciones musicales más destacadas del panorama español.
El grupo argentino, originario de Rosario y considerado por la crítica internacional como el mejor tributo a Queen del planeta, ofreció un espectáculo que fue mucho más allá de la simple reproducción de un repertorio. La banda, integrada por Pablo Padín (voz), Francisco Calgaro/Dani Marcos (guitarra), Matías Albornoz (batería) y Ezequiel Tibaldo (bajo), desplegó una puesta en escena impecable, con sonido, iluminación y vestuario que trasladaron al público directamente a los grandes conciertos de la mítica banda británica liderada por Freddie Mercury.
El repertorio, que abarcó clásicos como Bohemian Rhapsody, We Will Rock You y Somebody to Love, fue ejecutado con una fidelidad que arrancó lágrimas y sonrisas por igual. La voz de Padín, con un registro y una energía que recuerdan de forma asombrosa al carismático Mercury, se fusionó con la precisión instrumental del resto de la banda para crear un show de impacto total.
A lo largo de sus más de 25 años de carrera, Dios Salve a la Reina ha recorrido escenarios de Europa, Asia y América, pasando por el Montreux Jazz Festival en Suiza, giras por Reino Unido, Alemania e India, y una extensa presencia en España. Rolling Stone no dudó en calificarlos como “el mejor show sobre Queen del mundo”, y fueron elegidos por 20th Century Fox y Queen para promocionar el film Bohemian Rhapsody a nivel internacional.
Anoche, en Julio Martín, no solo interpretaron las canciones: las vivieron, las revivieron y las hicieron propias. El público respondió con coros multitudinarios, palmas al ritmo de Radio Ga Ga y una ovación final que obligó a varios bises.
El cierre fue un recordatorio de por qué esta banda argentina ha roto la barrera del idioma, la geografía y el tiempo: porque cuando suena Dios Salve a la Reina, es como si el espíritu de Freddie Mercury volviera, aunque sea por unas horas, a iluminar el escenario.