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Carchuna dice basta: tres cierres, cero soluciones. Los vecinos se echan a la calle reivindicando su playa

Reportaje María Sánchez (Motril@Digital).- La indignación ha vuelto a estallar en Carchuna. Decenas de vecinos se concentraron en una asamblea improvisada para expresar su malestar por el cierre reiterado de la playa de La Perla, clausurada por tercera vez este verano debido a la detección de bacterias en el agua.

La reunión, celebrada con el presidente de la ELA de Carchuna-Calahonda, Juan Ramón Ferrer, estuvo marcada por la tensión. Durante el encuentro, los vecinos corearon lemas como «Playa cerrada, gente enfadada» y «Queremos nadar, sin miedo a enfermar», reflejando el hartazgo de una comunidad que siente que no se le está dando ni información clara ni soluciones reales.

Ferrer aseguró que no se conoce aún el origen de la contaminación. Afirmó haber encargado análisis a un laboratorio privado cuyos resultados dieron negativo, en contraste con los informes oficiales de la Delegación de Salud, que sí detectan bacterias. Según explicó, el caso está ya en manos del SEPRONA y de la Fiscalía, aunque los trámites judiciales avanzan con lentitud.

El presidente también se desvinculó del problema relacionado con la estancia de inmigrantes en un hotel cercano, aclarando que «no tiene nada que ver» con la situación del agua. Sin embargo, su intervención fue muy criticada por el tono evasivo y por haberse mostrado visiblemente incómodo ante las preguntas de los vecinos, llegando incluso a cortarles la palabra en varias ocasiones.

Algunos asistentes denunciaron que Ferrer llegó a tachar de “poco solidarios” a los presentes por estar preocupados por bañarse mientras en otros puntos del país hay personas afectadas por incendios. Este comentario no hizo más que aumentar el enfado general.

La reunión terminó con los vecinos desplegando pancartas en la puerta del edificio, exigiendo transparencia, más implicación de otras administraciones como la Mancomunidad o el Ayuntamiento de Motril, y, en tono irónico, retando a Ferrer a demostrar que el agua es segura: «¡Que se bañe él!», gritaban algunos.

La comunidad reclama una solución urgente que garantice la salud pública, pero también la supervivencia económica de los negocios locales que dependen del turismo estival. Porque, como recordaban muchos: “Carchuna también existe”.