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Granada: Pablo López, Alejandro Roemmers y Antonio José funden literatura y música en un encuentro emotivo y vitalista en el corazón de la Alhambra

Reportaje Ramón Martín

Algunos eventos no necesitan más artificio que la honestidad. La tarde en el Palacio de Carlos V fue una celebración de la palabra como semilla de la música, y de la música como cauce profundo de la emoción. En un formato que cruzó recital y concierto, el escritor Alejandro Roemmers, el cantautor Antonio José y el artista Pablo López ofrecieron al público una experiencia íntima, vibrante y, sobre todo, llena de verdad.

Poemas que piden música

El primero en tomar la palabra fue Alejandro Roemmers, autor argentino con sólida trayectoria literaria y musical. En una intervención pausada y reflexiva, compartió su vínculo personal con la música, desde el género romántico hasta composiciones más contemporáneas, incluyendo la ambiciosa Sinfonía Argentina, que fue estrenada en la República Checa, y el musical Regreso a Patagonia, basado en uno de sus propios libros.

Entre sus confesiones más íntimas, Roemmers reveló su deseo de poner música a algunos de sus poemas aún no musicalizados. “La poesía es ritmo, es música en sí misma. La voz es el instrumento más perfecto que existe”, dijo ante un público atento. Durante su intervención leyó varios textos inéditos en verso libre —Todo lo inolvidable, Entrega, Nombre del rebelde y La última frontera— dejando claro que su pasión por la palabra está marcada por una clara vocación sonora. También lanzó una sentencia tan certera como provocadora: “La poesía es la cenicienta de las artes porque no da dinero, pero conmueve como ninguna otra”.

Antonio José: de los papelitos a las canciones

A continuación, el turno fue para Antonio José, que dejó a un lado los focos para hablar del origen más íntimo de sus canciones. “Desde niño escribía todo lo que me pasaba. Llenaba mi mesita de noche de papelitos”, confesó. De aquellas notas dispersas nacieron historias que más tarde se convirtieron en canciones que hoy canta todo un país.

El artista interpretó algunos de sus temas más queridos, como Bienvenida a tu canción, y se detuvo a hablar de sus influencias poéticas, entre las que citó a Antonio Machado y Federico García Lorca. Con este último mantiene un vínculo emocional reciente: hace apenas unos meses interpretó junto a Miguel Poveda La leyenda del tiempo, una de las piezas más vibrantes del repertorio lorquiano.

El cierre, con humor y arte

El broche final corrió a cargo de Pablo López, quien agradeció con calidez la invitación a participar en un entorno “tan maravilloso”. Interpretó temas muy celebrados por el público, como Un vestido y un amor, del argentino Fito Páez, Lo saben mis zapatos y Tu enemigo.

Para cerrar, sorprendió con una décima improvisada —una estrofa tradicional del folclore popular— dedicada con humor a su paso por Granada y al esplendor del Palacio de Carlos V. Un gesto espontáneo y entrañable que arrancó sonrisas y cerró el acto con la complicidad de quien se despide entre amigos.

Un encuentro donde la poesía no fue solo recitada ni cantada, sino vivida. En el cruce entre palabra y melodía, los artistas ofrecieron una experiencia que no buscó grandilocuencia, sino conexión real con el público. Como dijo uno de ellos: “La poesía no se vende, pero nos toca como nada más puede hacerlo”.