Motril: El TSJA (Granada) respalda la condena de 11 años de prisión por abusos cometidos en 2016 a una niña del entorno familiar
Once años de prisión y una década adicional de libertad vigilada marcan ahora el futuro del hombre cuya condena acaba de ser confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. A ello se suman la prohibición de acercarse o comunicarse con la menor durante doce años y la inhabilitación para cualquier actividad que implique trato directo con personas menores de edad. Con esta resolución, el alto tribunal andaluz cerró la puerta al recurso que el acusado había interpuesto alegando falta de pruebas y vulneración de la presunción de inocencia.
Los magistrados del TSJA, sin embargo, consideraron que el testimonio de la víctima —apenas una niña cuando ocurrieron los hechos— presenta rasgos de autenticidad y espontaneidad que le otorgan plena solidez. La defensa, por su parte, no aportó elementos capaces de debilitar esa declaración ni de ofrecer una explicación alternativa a lo ocurrido. Así, la condena impuesta por la Audiencia de Granada quedó ratificada.
Antes de llegar a este punto, el procedimiento judicial se sostuvo casi en su totalidad sobre el relato de la menor, cuyo testimonio fue recogido tras manifestar molestias físicas días después de un fin de semana pasado en casa de sus abuelos. Fue entonces cuando, de manera natural y sin que mediara presión alguna, confió a su madre lo que había vivido.
Aquel fin de semana, en 2016, la niña —que por entonces tenía solo cinco años— había pasado unos días en la vivienda familiar donde residían también su padre y su tío, el ahora condenado. En un momento no precisado, el hombre se ofreció a leerle un cuento para quedarse con ella a solas en un dormitorio. Según la sentencia, fue en ese contexto cuando se produjeron los abusos, que no habrían sido un episodio aislado. El acusado, además, le pidió que callara lo sucedido para evitar supuestas consecuencias para ambos.
Esa petición de silencio fue, finalmente, inútil. El relato posterior de la niña, su coherencia y la ausencia de indicios que contradijeran su versión han terminado por sostener la resolución judicial que hoy cierra el caso, dejando atrás unos hechos que comenzaron en la intimidad del hogar familiar y que han culminado en una condena firme.

