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Las carocas del Corpus 2025, bajo la mirada de Ramón Martín: sátira granadina en estado puro

Reportaje Ramón Martín (Motril@Digital)

Motril@Digital-. La plaza de Bib-Rambla vuelve a ser escenario de una de las tradiciones más esperadas y singulares del Corpus Christi: las carocas. Este año, nuestro compañero Ramón Martín ha querido acercarse a esta manifestación cultural con un reportaje que no solo documenta su esencia, sino que también pone en valor su papel como termómetro crítico de la sociedad granadina.

A través de su mirada aguda y sensible, Ramón nos guía por las veinte carocas seleccionadas este 2025, con un enfoque que va más allá del humor superficial dando a conocer a través de la imagen, el poder de la sátira, mezclando tradición, arte popular y actualidad con la inconfundible «malafollá» que define el ingenio de esta tierra.

Las carocas tienen más de cinco siglos de historia, aunque fue en el siglo XIX cuando adquirieron el formato actual: una quintilla satírica acompañada de una ilustración caricaturesca, colocadas en grandes paneles visibles desde la calle. Su origen se remonta al esplendor barroco del Corpus, cuando la ciudad se volcaba en la ornamentación festiva, y han evolucionado hasta convertirse en una herramienta de crítica social y política.

Una edición más, la carocas  nos muestran cómo abordan temas tan diversos como los fallos del sistema sanitario, los cortes eléctricos, las polémicas políticas o incluso el impacto de la gala de los Goya en Granada.

Este tipo de composiciones, que combinan ironía y denuncia social, son el alma de una fiesta que no se limita a la devoción religiosa, sino que celebra también la inteligencia colectiva y el compromiso crítico de la ciudadanía.

Esta expresión cultural se convierten en una guía perfecta para quienes quieran conocer el alma festiva y crítica del Corpus. Con planos detallados, declaraciones cercanas y una narrativa ágil, consigue transmitir no solo el contenido de las carocas, sino también el contexto que las hace posibles: una ciudad que no se calla, que se ríe de sí misma y que sabe convertir el arte callejero en memoria viva. No sólo documenta una tradición, sino que la pone en valor como patrimonio emocional y cultural. Las carocas no están hechas para adornar: están hechas para incomodar, hacer reír y pensar en clave granadina.