La Costa de Granada refuerza su liderazgo en el cultivo de aguacate pese a la sequía: más de 50.000 toneladas y 24 millones en exportaciones en 2025
Motril@Digital.- La Costa Tropical de Granada —integrada por municipios como Motril, Salobreña y Almuñécar— se ha consolidado en 2025 como uno de los principales polos productores de aguacate en España, a pesar del fuerte impacto de la sequía en la última campaña. La zona, conocida por su clima subtropical, alberga alrededor del 30% de la superficie dedicada al aguacate en Andalucía, lo que se traduce en unas 2.820 hectáreas de cultivo, dentro de un total andaluz estimado en 9.400 hectáreas.
Según datos recientes, la producción anual en la región ha caído a la mitad respecto a campañas anteriores, pasando de 100.000 a 50.000 toneladas como consecuencia de la escasez de lluvias y la presión sobre los recursos hídricos. No obstante, esta caída no ha impedido que la provincia de Granada haya alcanzado los 24,1 millones de euros en exportaciones de aguacate durante los primeros cinco meses del año, una cifra que refleja la alta demanda internacional del “oro verde”.
Las variedades más cultivadas en la región son el aguacate Hass —el más comercializado a nivel mundial y que representa cerca del 90% de la producción andaluza—, seguido de otras como Fuerte y Bacon. La temporada de recolección se extiende desde octubre hasta principios de junio, permitiendo una oferta constante gracias a esta diversificación varietal.
El aguacate granadino llega sobre todo a los mercados europeos, siendo Francia (7,2 millones de euros), Países Bajos (6,8 millones), Alemania (3,1 millones), Finlandia (2,9 millones) y Dinamarca (1 millón) los principales destinos. La exportación supone una fuente clave de ingresos para el sector agrícola local, formado en su mayoría por pequeños y medianos productores.
Además del impacto económico directo, con más de 3.000 empleos generados entre labores agrícolas, logística y distribución, el aguacate desempeña un papel social fundamental en la fijación de población rural y el sostenimiento de la economía en zonas amenazadas por la despoblación.
No obstante, el auge del aguacate no está exento de polémica. El cultivo se enfrenta a serias críticas por su elevado consumo de agua —unos 7.500 m³ por hectárea al año en explotaciones tradicionales, que puede duplicarse en sistemas intensivos—, así como por los efectos colaterales sobre el medio ambiente, como la sobreexplotación de acuíferos, el uso de pozos ilegales y la degradación del suelo. Diversos colectivos ecologistas han alertado sobre la necesidad de un modelo más sostenible para asegurar la viabilidad del sector a medio plazo.
En definitiva, el aguacate continúa siendo un motor económico para la Costa de Granada, aunque su futuro estará inevitablemente ligado a cómo se aborden los desafíos hídricos y medioambientales que amenazan su expansión. El equilibrio entre rentabilidad y sostenibilidad será clave para garantizar que el cultivo siga siendo una apuesta de futuro para la agricultura granadina.