El kiosquero más veterano de Granada augura el fin del periódico diario y la resistencia del papel de fin de semana
Entrevista Ramón Martín.- En pleno corazón de Plaza Nueva, donde el bullicio del turismo se mezcla con la vida de los granadinos, sigue en pie uno de los negocios más antiguos y reconocidos de la ciudad: el Kiosko Chalo. Detrás del mostrador, entre boletos de lotería, periódicos y revistas, se encuentra Francisco de Paula Martínez Martínez, tercera generación al frente de un establecimiento que forma parte de la historia viva de Granada.
Nos recibe primero su hijo, cuarta generación, quien atiende con amabilidad a una constante fila de clientes. Poco después, Francisco de Paula se suma a la conversación, sin dejar de despachar boletos ni de sonreír a los vecinos de siempre.
“El kiosko lo montó mi abuelo a primeros del siglo pasado junto a su hermano. Luego lo heredó mi padre y, cuando él se jubiló, empecé yo en 1999”, explica. Recuerda que “en aquella época Granada era una ciudad de barrios, muy comercial y con poco turismo. Ahora, en cambio, hay mucho visitante y el comercio tradicional prácticamente ha desaparecido”.
Durante décadas, el Kiosko Chalo fue punto de referencia para la venta de prensa y revistas. “Antes se vendía muchísima prensa. Era una clientela fija, casi familiar. La gente venía todos los días y se creaban lazos de amistad. Ahora vendemos más lotería que periódicos, pero sigue habiendo muchos clientes fieles y también gente de fuera que viene porque aquí hemos dado premios importantes.”
Con el paso del tiempo, el negocio ha tenido que adaptarse a las nuevas formas de consumo. “Ahora trabajamos con datáfonos, recogemos y devolvemos paquetería, y la prensa prácticamente no se vende. Las nuevas tecnologías lo han cambiado todo: la gente se informa por el móvil o internet.”
Aun así, Francisco de Paula mantiene la esencia del kiosquero de siempre. “El quiosquero es una persona de confianza. Los vecinos te dejan las llaves, los paquetes, los perros… hasta los niños. Formas parte del barrio y de la vida diaria de la gente.”
Entre los muchos recuerdos que guarda, menciona también una anécdota curiosa: “Un día vino el presidente de Cantabria, entró en el kiosko y su mujer nos hizo una foto dentro. Fue muy simpático y cercano.”
Sin embargo, lo que más le emociona es ver pasar los años y las generaciones por delante de su mostrador. “Vienen niños a los que yo les daba chupa-chups y ahora vienen con sus hijos. Eso da mucha satisfacción. Te das cuenta de que has vivido junto a ellos y de que formas parte de su historia.”
En cuanto al futuro de los kioscos y de la prensa en papel, Francisco de Paula es claro: “El periódico diario desaparecerá, pero quedarán las ediciones de fin de semana, más extensas y culturales. Mantener un kiosko tantos años es difícil. Si alguien joven me preguntara si debería montar uno, le diría que no. Hoy hay que luchar mucho para mantenerlo abierto.”
A sus 68 años, sigue atendiendo con la misma energía y cercanía de siempre, acompañado de su hijo, que representa el relevo generacional. Así, el Kiosko Chalo no es solo un punto de venta: es una parte viva de la historia de Granada, un lugar donde cada boleto, cada saludo y cada periódico recuerdan el valor de la constancia y del trato humano.