Pedro Piqueras llena en Granada con una lección de vida y oficio: “Cuando ya nada es urgente, lo importante empieza a tener sentido”
El veterano periodista presenta en el Aula de Cultura su libro más personal, una reflexión serena sobre los aprendizajes de una vida entera frente a la actualidad
Reportaje Ramón Martín (Motril@Digital).– Pedro Piqueras ha presentado este martes en Granada Cuando ya nada es urgente (HarperCollins, 2025), un libro en el que el reconocido periodista se detiene por primera vez a observar su propia vida con la misma lucidez con la que ha narrado la de los demás durante cinco décadas. El acto, celebrado en el Cuarto Real de Santo Domingo dentro del Aula de Cultura organizado por IDEAL con el patrocinio de Fundación Unicaja, agotó el aforo varios días antes.
La acogida, que desbordó las previsiones, no sorprendió a nadie. A pie de calle, Piqueras sigue siendo una figura reconocible y cercana. Pero esta vez no venía a hablar de noticias, sino de lo que queda cuando se apagan los focos. “No es una autobiografía”, advirtió desde el primer momento, “sino un libro de experiencias, de aprendizajes acumulados cuando ya no hay prisa por llegar a ningún sitio”.
“He tenido que aprender a irme”
Durante la presentación, conducida por Eduardo Peralta de Ana, exdirector de IDEAL, Piqueras compartió algunas claves de su obra. Cada capítulo comienza con la palabra cuándo, construyendo una suerte de mapa vital sin orden cronológico, pero con sentido emocional. Cuándo fallé, cuándo aprendí, cuándo me dolió.
En el trasfondo, su retirada de los informativos. “Yo mismo sugerí a Carlos Franganillo como mi relevo. Cuando vi que la casa quedaba tranquila, supe que era el momento”. No fue una decisión impulsiva. La pandemia, la guerra de Ucrania y las sucesivas campañas electorales lo retuvieron hasta que pudo despedirse con dignidad. “Saber irse también es parte del oficio”, sentenció.
Una trayectoria sin atajos
A lo largo del acto, afloraron anécdotas de su carrera: sus inicios en Radio Exterior y Pueblo, su paso por TVE, Antena 3 y Telecinco, el largo camino entre becas, pasillos y redacciones hostiles. También los premios —Ondas, Antenas de Oro, Jesús Hermida, Pedro Antonio de Alarcón— que certifican una trayectoria impecable, aunque él prefiera hablar de las derrotas como fuente de aprendizaje.
“No todo ha sido fácil. Me han apartado, me he tenido que reinventar, he tenido que soportar silencios y soledades”, recordó. “Pero si algo he intentado siempre es no traicionar la verdad, ni a mí mismo”.
Dejar huella sin alzar la voz
En Cuando ya nada es urgente, Piqueras reivindica el valor de la discreción. “Nunca quise ser noticia. Servía a la información, pero no quería convertirme en protagonista de ella”. De ahí su reticencia inicial a escribir el libro, superada gracias al impulso de su hijo. “Lo que cuentas aquí le puede servir a alguien”, le dijo. Y así fue.
El periodista aprovechó la conversación para advertir sobre algunos de los riesgos que atraviesa hoy el oficio. Denunció el empobrecimiento del debate público, la radicalización que promueven las redes sociales y la adicción juvenil a las pantallas. “Estamos anestesiados por la sobreinformación. El pantallismo está destruyendo la capacidad de discernir”, afirmó, en alusión a su implicación en el colectivo Manifiesto OFF.
Humanismo, lectura y conversación
Entre evocaciones de su infancia en Albacete, el recuerdo de su padre —figura clave del libro— y el elogio del humanismo como antídoto contra el ruido, Piqueras fue desgranando su ideario vital. “He aprendido que no hay temas menores. Lo importante no es el qué, sino el cómo. Y que lo bien hecho, bien parece”.
Desde que se retiró, dice, ha aprendido a tocar el piano, ha viajado sin móviles y ha vuelto a leer despacio. “Estar vivo no es estar en pantalla”, concluyó. Cuando ya nada es urgente no solo es un título: es una manera de mirar, de llegar, de estar y de saber irse.