Motril: «Nostalgia» el espectáculo flamenco de Julio Fajardo
kiko Rodríguez.– El pasado sábado, las tablas del motrileño Teatro Calderón crujían empapadas de añoranzas flamencas.
«Nostalgia» fue la entrega que Julio Fajardo nos traía en volandas en recuerdo de su amigo y guitarrista desaparecido Miguel Ochando.
Julio Fajardo nace en Otívar, Granada, y obran en él numerosos galargones como la Volaera Flamenca de Loja (2010) o el primer premio del Concurso de la Federación Provincial de Peñas Flamencas Granadinas (2016) y posee tres discos junto a su maestro, el cantaor y profesor Alfredo Arrebola y siempre bebió de los flamencos puros: Chacón, Juan Breva, Manuel Vallejo, El Carbonerillo, La Niña de los Peines, Tomás Pavón, Manuel Torres, Antonio Mairena, El Pena Hijo… A Fajardo lo hemos podido escuchar en numerosas ocasiones en nuestra ciudad.
Miguel Molina Martínez, cariñosamente conocido en el mundo del flamenco como Miguel Ochando, nos dejaba el pasado mes de Enero. Más de cincuenta años de trayectoria le avalan como uno de los guitarristas más puros y de ello puede dar fé su peña La Platería, reunión a la que ha estado unido desde siempre.
Ochando trabajó con Enrique Morente, José Mercé, El Chocolate, Miguel Poveda y Carmen Linares, con quien realizó una gira por España y Francia y, por supuesto, acompañando a Julio Fajardo. Con Mario Maya y con orquestas sinfónicas como la Orquesta Ciudad de Granada. Siempre destacó como solista por su fiel interpretación de las obras de Ramón Montoya, Sabicas, El Niño Ricardo y Esteban de Sanlúcar, considerados como los pilares de la guitarra flamenca.
Entre otros, obran en su vitrina, el Segundo premio del Concurso Nacional de Guitarra Flamenca de Jerez de la Frontera.Segundo premio del Concurso Nacional de Guitarra Flamenca de La Unión. Primer premio en el apartado de acompañamiento al cante del programa de TVE Gente Joven, en el año 1985. Y sus Grabaciones han sido «Memoria», con la colaboración de Enrique y Estrella Morente; disco dedicado a la memoria de los clásicos de la guitarra flamenca, Ramón Montoya, Sabicas, El Niño Ricardo y Esteban de Sanlúcar. También grabó «La vida breve», de Manuel de Falla, con la Orquesta Ciudad de Granada.
Aparecían sobre el escenario, Julio Fajardo y su hermano José, que traía una sonanta llega de sentimientos y recuerdos. La otra guitarra, venía en volandas de Francisco Jesús Hurtado Chacón “Morilito”, reconocido por sus múltiples actuaciones con grandes cantaores como Curro de Utrera, Carmen de la Jara, Miguel de Tena, etc. también ha compartido cartel con José Mercé, Ana Reverte, El Cabrero, Calixto Sanchez, Maria Carrasco, etc. Acompañaban a Julio, en el cante, Antonio Fernández y Fran Rivera.
Rompían el silencio de la noche unos «fandangos abandolaos», cantes que nos traen reminiscencias moriscas, de verdiales y que Fajardo derramó una letra para su amigo: «lloran por él los gitanos/ y los payos también/ lloran por él los gitanos/ nunca te olvidaremos Miguel»
Acto seguido, Julio Fajardo saludaba a un repleto teatro calderón que se había dado cita para disfrutar del buen flamenco. Presentaba el acto y a los artistas que le acompañaban en el escenario.
Mano a mano con Antonio Fernández, Julio nos mostraba los sones de una Caña, uno de los primeros cantes que aparecen en las crónicas del flamenco y que se atribuyen al «Fillo» «José el Granaíno» o «Curro Dulce», por tierras gaditanas.
Llegaba el turno de Fajardo y Fran Rivera con los cantes rítmicos, como también se conocen las Alegrías y nos llenaron el ambiente de olores a Cádiz. También, sobre las tablas, hacían la presencia Rocío Suárez y Malco, bailaora y bailaor que nos «soltaron una pataíta» llena de arte y compás.
A continuación, llegó el momento más sentimental de la noche. Se proyectaban unas imágenes y un vídeo de la última actuación de Ochando en Motril, en el Teatro Calderón. Acto seguido, Julio Fajardo entonaba una «Granaína».
El siguiente cante fue dedicado al baile. Las sonantas nos traían los primeros compases de unos «Tientos/Tangos», por parte de Francisco Rivera, que magistralmente bailaron Rocío y Malco.
llegó el turno de la Vidalita, reconocido como uno de los cantes de ida y vuelta y nos dejaba, entre otras, esta letra: Le arrancó la alegría/ a los bordones de plata/ de aquel clavel escarlata/ que trajo desde andalucía. Ya se secó el arbolito/ donde cantaba el pavo real/ ya se secó el arbolito/ donde cantaba el pavo real».
Y el escenario se hizo Farruca. «esta farruca se muere de celos sin fundamento». Cante, que aunque trae aromas del norte de España, comenzó formar parte del flamenco en Sevilla con la llegada de Manuel Torre a la ciudad en 1887. El Mochuelo, Manuel Pavón y Pepe Marchena han sido algunos de los artistas que incorporaron este estilo.
Y llegó la «Estrella»: «Si yo encontrara la estrella que me guiara/ yo la metería muy dentro de mi pecho y la venerara/ si encontrara la estrella que en el camino me alumbrara».
El Calderón se acordaba de Enrique Morente y de este tema tan reconocido en el que el granadido reflejaba el anhelo profundo por encontrar un sentido o dirección en la vida, algo que ilumine el camino y le ofrezca consuelo y claridad en medio de la oscuridad que lo rodea. Los coros del público hicieron vibrar, con los estribillos, los cimientos del teatro.
Y terminaron cerca de dos horas de espectáculo. Julio había cumplido su compromiso moral y sentimental para con su amigo y compañero del alma, Miguel Ochando, encontrándose con un repleto Teatro para arroparle.
Se cerraba el telón, con una ronda de fandangos, a capela y en el mismo filo del escenario. «A querer y perdonar/ quiero enseñar a mis niños/ a querer ya perdonar/ y a que luchen por el mundo/ de tolerancia y de paz».