Granada: Raphael reafirma su leyenda con un recital de plenitud y carácter
Reportaje Ramón Martín (Motril Digital)
El artista de Linares conquista el Palacio Municipal de Deportes con un concierto sólido y emotivo que confirma que su voz y su magnetismo siguen intactos
Raphael volvió a demostrar en Granada que su nombre sigue ocupando un lugar central en la historia de la música española. El Palacio Municipal de Deportes acogió este sábado un concierto que fue mucho más que una cita con la nostalgia: se convirtió en una afirmación rotunda de vigencia artística y de fortaleza personal. Tras los problemas de salud y las cancelaciones del pasado año, el cantante reapareció ante el público granadino con una energía desbordante y una voz que, lejos de resentirse, volvió a imponerse como el principal hilo conductor de la noche.
El espectáculo comenzó con puntualidad absoluta. A las 21:30 horas, las luces se apagaron y los primeros compases del preludio anunciaron la entrada del artista, recibido con una ovación larga y cálida. Vestido de negro, estilizado y con una presencia escénica que sigue siendo marca de la casa, Raphael abrió la velada con La noche, dando paso a un recorrido por un repertorio que forma parte de la memoria colectiva de varias generaciones.
Desde los primeros minutos quedó claro que el concierto no iba a girar en torno al recuerdo, sino al presente. Canciones como Yo sigo siendo aquel o Digan lo que digan sonaron como declaraciones de intenciones, reforzadas por la respuesta de un público entregado que acompañó cada verso. El cantante apenas se dirigió a la audiencia a lo largo del recital, manteniendo ese halo de distancia y misterio que siempre ha rodeado su figura, pero cada gesto y cada mirada parecían suficientes para sostener el vínculo emocional con los asistentes.
Uno de los momentos más significativos de la noche llegó con Gracias a la vida, la conocida composición de Violeta Parra, interpretada con una carga emocional evidente. El tema, que invita al balance vital, adquirió un sentido especial en la voz de un artista que ha atravesado varias etapas críticas a lo largo de su trayectoria. En la recta final, Yo soy aquel volvió a provocar una reacción unánime en el recinto, especialmente cuando Raphael subrayó su permanencia sobre los escenarios con una frase espontánea que desató la complicidad del público.
Acompañado por una banda eficaz, aunque siempre en un segundo plano, el protagonismo absoluto recayó en la figura del cantante. Los arreglos musicales cumplieron su función sin eclipsar al intérprete, que apenas utilizó la silla dispuesta en el escenario y se mantuvo la mayor parte del tiempo en pie, proyectando seguridad y control. La voz, especialmente en los registros más potentes, confirmó que los años no han mermado su capacidad vocal.
El concierto también reservó un espacio para el repertorio más intimista y para sus incursiones en otros géneros. El bloque dedicado a la chanson francesa, con referencias a Edith Piaf, aportó uno de los momentos más cuidados a nivel instrumental, con el contrabajo y el acordeón tomando protagonismo. Tampoco faltaron los tangos, donde Raphael volvió a exhibir su faceta más interpretativa, ni las grandes baladas firmadas por Manuel Alejandro, eje fundamental de su cancionero.
La recta final elevó definitivamente la temperatura emocional del recinto. Escándalo puso a prueba el ritmo del público, mientras que Como yo te amo cerró el concierto con una intensidad que dejó al auditorio en pie. Fue una despedida a la altura de una noche que giró, de principio a fin, en torno al amor: el que cantan las canciones y el que el público sigue profesando a un artista que, lejos de retirarse, continúa escribiendo capítulos esenciales de su propia leyenda.
Granada fue testigo de una nueva demostración de fuerza de Raphael, un artista que sigue mirando al escenario con la determinación de quien no concibe la vida lejos de la música. Y el público, consciente de ello, respondió con una ovación que sonó a gratitud y a deseo compartido: que aún quedan muchos conciertos por delante.

