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El Covirán Granada roza la remontada en el Palacio, pero Zaragoza impone su oficio en el tramo final (83-92)

El Covirán Granada cayó por 83-92 ante el Casademont Zaragoza en un partido que dejó sensaciones encontradas en el Palacio. Aunque el triunfo terminó en manos del conjunto aragonés, el equipo granadino mostró orgullo, capacidad de reacción y una pelea constante que evitó que el duelo se rompiera definitivamente.

El choque comenzó equilibrado, con un Covirán muy activo en ataque gracias a Costa, Boži? y Olumuyiwa, que mantuvieron a los suyos al nivel de un Zaragoza intenso. Ese intercambio inicial se truncó cuando Koumadje, debutante en los visitantes, se hizo notar en la pintura y añadió un plus de contundencia para cerrar el primer cuarto con ligera ventaja maña.

El verdadero problema para Granada llegó en el segundo periodo: la producción ofensiva se atascó durante varios minutos, mientras que el perímetro zaragozano castigó cada desajuste. Joaquín Rodríguez, Bell-Haynes y un inspirado Robinson ampliaron una brecha que al descanso se convirtió en un severo 30-46.

Lejos de rendirse, el Covirán regresó de vestuarios con energía renovada. Boži? lideró una reacción que obligó a Zaragoza a reajustarse, y aunque los visitantes respondieron con acierto, la intensidad defensiva granadina y el empuje del Palacio mantuvieron la llama encendida. La diferencia, antes amplia, empezó a reducirse a base de coraje y trabajo.

En el último cuarto, el Covirán salió decidido a disputar el final. Pese a que Dubljevi? y Yusta golpearon desde el triple, Granada no cedió y volvió a meterse de lleno en la pelea, apoyado en la agresividad de Costa, el carácter de Boži? y el oficio interior de Olumuyiwa. El partido llegó a un emocionante 73-79 que transformó el ambiente en pura tensión.

Cuando más cerca estaba Granada, la experiencia visitante pesó. Un 2+1 de Dubljevi? y un robo convertido por Robinson frenaron la remontada nazarí y marcaron el desenlace. Aun así, el Covirán siguió compitiendo hasta el último segundo.

El 83-92 final dejó la sensación de que el equipo no bajó los brazos en ningún momento, y que, pese a las lagunas del segundo cuarto, el carácter mostrado invita a creer. El Palacio lo despidió con una ovación merecida, reconociendo una lucha que, aunque no trajo la victoria, sí dejó orgullo en la grada.