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Don Federico Cervi y Campasol: un motrileño ilustre por Antonio Peralta Gámez

REFLEJOS MUSICALES 

Antonio Peralta Gámez (Presidente de la Asociación Musical de la Costa Tropical e Hijo Predilecto de Motril).- En la calle Teatro de Motril, justo en el edificio que actualmente ocupa el Banco Santander, don Gaspar Esteva Moreu, padre del poeta, abogado y alcalde de Motil Gaspar Esteva Ravassa, inauguraba el 7 de octubre de 1872 y en el Teatrito de Saló, una nueva sociedad artística típica de la cultura decimonónica: “El Liceo Artístico y Literario de Motril”. Tras el discurso inaugural de don Gaspar comenzó una velada artística en la que intervino, entre otros, un joven tenor llamado Manuel Díaz Arenas. Motril siempre ha sido un pueblo muy aficionado al canto lírico.

En el número 68 de El Motrileño relata don Gaspar Esteva Ravassa con todo lujo de detalles lo sucedido aquella noche del estreno de la Sociedad y, por supuesto, las obras literarias, musicales y dramáticas que se estrenaron en aquella memorable efemérides.

Hubo un personaje ilustre por entonces en Motril que fue “el culpable” no solo de los éxitos que aquella noche tuvieron lugar en el Teatrito de Saló, sino mientras el Liceo mantuvo su protagonismo cultural, hasta que un nuevo espacio escénico el Teatro Calderón de la Barca, abrió sus puertas a finales del año 1881. Aquel personaje culto y, me atrevo a decir, experto en todas las artes, no fue otro que don Federico Cervi y Campasol.

Dice de él Gaspar Esteva Ravassa, transcribiendo las memorias de su padre, que “era y tenía aspecto de músico genial y de literato; que era hábil versificador porque era artista; que era autor dramático porque quiso serlo y pudo haberlo sido muy estimable: era además pintor, escenógrafo, mecánico, arquitecto, atrezzista, todo cuanto se necesitaba para el mayor lucimiento del Liceo; don Federico Cervi, en fin, era el alma de aquella sociedad”. 

Como cabía esperar, el señor Cervi fue nombrado presidente de la sección lírica del Liceo durante los siete años que más o menos duró aquella sociedad y que fue modelo de la creatividad artística local, reducida como no podía haber sido de otra manera a la burguesía de finales de siglo XIX.

Don Federico Cervi nació en Cartagena de Murcia el año 1836. Su padre era un italiano oriundo de Bolonia que casó con una señora de Badajoz llamada Petra Campasol. El matrimonio prosperó en Motril consiguiendo poseer una considerable hacienda y tuvieron un solo hijo también llamado Federico quien no les proporcionó descendencia.

El señor Cervi y Campasol fue director de la Academia de Música y de la Charanga (primera formación musical financiada por la Corporación Municipal) según consta en un documento de las actas municipales de 1º de agosto de 1868 en el que don Federico relata con dotes de músico experimentado todo lo necesario para convencer a la Corporación Municipal para que “en mérito de lo expuesto se sirvan determinar que se pidan algunos instrumentos, al menos los más precisos, que reparen el mal estado en que se encuentra hoy la Charanga,” 

Por supuesto don Federico no se limitó solo a dirigir la actividad musical del Liceo. El Cabildo lo eligió para dirigir la Charanga y enseñar a los educandos entre los que tuvo al que después fue el primer director de la Banda Municipal de Música de Motril, Francisco López Castro.

Nuestro protagonista fallecía el día 3 de mayo de 1878 a consecuencia de una cirrosis hepática. No hubo tiempo de hacer testamento y sus obras desaparecieron con el tiempo. Fue enterrado en el cementerio de Motril con solo cuarenta y dos años.

Dejamos aquí constancia de sus obras, gracias a la pluma de Gaspar Esteva Ravassa, con el siguiente interesante comentario: “Cervi compuso dos tipos de zarzuelas: las que representaban las niñas y otras en las que los personajes eran adultos. Don Federico quiso realizar el milagro   de que los niños y las niñas de Motril fuésemos los artistas de sus producciones locales. Con los niños no pudo. Éramos todos algo broncos para la disciplina escénica… Más dúctil y suave la condición femenina, fueron las niñas las que, unas de varón, otras de hembras, le desempeñaban sus zarzuelas infantiles”. 

Zarzuelas infantiles:  

Las gafas del maestro El navío y la barquilla Dios y el Niño

El Clam de Kel

El Chaleco de Anselmo 

Zarzuelas de adultos:

Pascual

El Tío de las Américas La Venganza de Manuela